Una platea imaginaria es lo que hay frente a ti. Ojos como hojas en un bosque detenido en el tiempo. Caricias pétreas de piel caliza. Llueven piedras sobre ti. Pero tú no te mueves, ni siquiera te inmutas " mejor malo conocido que bueno por conocer " es lo que alegas casi desde la indiferencia; pero sin embargo tu voz interior sabe que el miedo igual que el dolor crea adicción, la prolongación del dolor lo convierte en soportable, y lo soportable es un mal cotidiano, casi necesario, algo así como un ángel guardián tirando a demonio, una mascota querida que esconde y reprime su lado rabioso; o lo que es lo mismo, un amante celoso; como si se tratase de un peso en los hombros que se lleva en cámara lenta.
Pero la platea está llena de manos que te quieren tocar; pero tú no te acercas, mantienes distancias por temor al rechazo. Sientes miedo al miedo, miedo al calor y miedo al frío, pero el frío también quema y no tienes escape posible. Ante esta situación lo aconsejable es dar un paso al frente, coges valor, reflexionas, y lo das; anticipas el golpe de la realidad.
La platea es el viento del amanecer.
Frente a ti ruge el desierto, la suerte está echada.
miércoles, 4 de marzo de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario