"Cuando por fin descubres que están agotadas todas las fuentes del placer, sonríes como la hiena; eres oportunista y te juntas con la manada igual que la hiena; tu instinto animal percibe la debilidad ajena y actúas en consecuencia; traicionas al resto de la manada, te aprovechas de la ocasión, y no dejas títere con cabeza"
Una vez te metes en el papel de ave carroñera, ya es demasiado tarde y no puedes salir. La víctima eres tu mismo. Eres el cazador cazado. Comes de tus propias miserias. Lames las heridas de tus propios huesos, limpias hasta el último rincón, a pesar de todo esto, aún te duelen las entrañas, la avaricia no tiene límites. Y decides salir de tu jaula.
Pero antes de que te puedas fugar; olvidaras el mundo en que nacisteis, golpearas tu cara repetidas veces contra el suelo; te quitaras la cruz que llevas en los hombros, y correrás sin alma con rumbo desconocido, en busca de algo que nunca vas a encontrar.
Años después, finalizada la función suicida, volverás a sentir el mismo impulso, pero esta vez, querrás parecerte a las palomas, crispar las plumas, inflar el pecho, girar la cabeza 360 grados, y así volar para siempre hacia un destino mejor.
De regreso a tu silencio, fatigado y sin aliento, recordaras a las golondrinas del deseo sobrevolando tu pensamiento.
Ahora, muchos años después de todo esto, te encuentras sentado en un parque bajo un farol de neón, miras hacia el pasado y como de costumbre se es tarde en la ciudad. De reojo observas tu propia sombra derramada en los jardines, mientras la noche avanza, piensas en ella viniendo hacia ti (la hiena), y como siempre al verte reflejado en su rostro, no te puedes fugar.
sábado, 18 de abril de 2009
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